martes, 7 de febrero de 2017

Hoy.

Hoy me he enterado de que una compañera de la facultad ha fallecido. No la conocía mucho, pero llevo todo el día pensando en ella. Tenemos gente en común a las que tengo especial cariño y eran mucho más cercanas a ella que yo. No he dejado de pensar en su sonrisa desde que me he enterado de la noticia. Porque la recuerdo así, sonriendo todo el tiempo. Llevo algunos días tonta, deprimida, con ganas de llorar todo el tiempo. Triste por todo lo que no marcha como debiera en mis recién cumplidos 34 años. Por la vida que a lo mejor ya no voy a vivir. Ayer, incluso, me fui a la cama a las 9:30 de la noche: "Que se acabe este día ya". Y hoy, justo hoy, me he despertado con esta noticia tan demoledoramente triste. Y yo, que apenas la conocía, pero recuerdo su sonrisa, no he dejado de pensar en ella en todo el día. En ella, en mi padre y en todos los que se han ido antes de tiempo. En ella y en todos los que tienen que seguir adelante sin su sonrisa. Llevo todo el día sintiéndome mal. Me siento triste y, además, desagradecida. Por despreciar a veces tan descaradamente esta vida tan preciosa que tengo. Nos pasa a todos, y son rachas, pero qué fácil y qué rápido se pierde la perspectiva algunas veces. No estaría de más que nos dejásemos llevar por las olas de positivismo, que no de buenrollismo absurdo desmesurado, más a menudo. Que nos sintamos afortunados con frecuencia. Que demos las gracias. Sonreír no solo es gratis, es necesario. Sonreír honestamente, abiertamente. Sonreír como quien da un abrazo. Estar vivo es un regalo. Apreciarlo y seguir adelante es la mejor de las maneras que tenemos a nuestro alcance para honrar la memoria de todos aquellos que se han ido demasiado pronto, sin vivir todas las vidas que soñaron que tendrían. Nosotros, hoy que seguimos aquí, aún estamos a tiempo.

Por que tu sonrisa siga brillando siempre, bailando entre las estrellas...

miércoles, 1 de febrero de 2017

Ultrafine DNA bridges: The poetry behind .

En cada división celular, es necesario replicar el ADN para repartirlo de forma equitativa entre las células hijas. Cuando la maquinaria de replicación llega a zonas de naturaleza complicada del ADN, no siempre es capaz de desempeñar su función y estas zonas se quedan sin replicar. En algunos casos, durante la tensión de la separación de los cromosomas, estas zonas complicadas que han quedado sin replicar forman puentes ultrafinos de ADN que mantienen unidos los dos cromosomas durante todo el proceso de división celular. Se extienden sin ceder a la tensión, sin romperse, hasta que pueden resolverse y repararse en la siguiente interfase (cuando no hay necesidad de dividirse). Lazos entre secuencias complicadas que permanecen durante la tormenta hasta que encuentran la calma necesaria para romperse bien.
Hay tanta poesía en la biología molecular como en la vida macroscópica misma...sólo hace falta pararse de vez en cuando y mirar bien.