miércoles, 29 de marzo de 2017

De mierda.

Conoces esa sensación de ir caminando entre las nubes? No hablo de estar enamorada, aunque así siempre es más fácil. Hablo de ese torbellino de energía que te arranca de la cama de un salto con una sonrisa en la cara. De esas ganas irrefrenables de hacer cosas. Hablo de motivación. De poner ganas. A lo mejor no es un estado permanente, pero a veces, aparece y te levanta por los aires casi como un mini tornado de primavera. Hablo de ilusión. De emocionarse como una niña pequeña. A mi me pasa. Veo una rendijita de luz y me lanzo en plancha sobrevolando sueños. Soy una persona motivada. Yo vivo de la ilusión. Del milisegundo de oportunidad, donde todo es posible y revientas en confeti por los aires. Esa sensación, de la que ya he hablado en posts anteriores, donde te dejas ir un poquito y coges fuerzas para intentar cosas nuevas, abrirte a nuevas experiencias. Ponerle ganas. Vivir a tope. Y no, no soy una persona especialmente optimista, me considero más bien una pesimista venida arriba con los palos que me ha ido dando la vida. A mi mantener mi motivación me cuesta un esfuerzo. Pero lo hago porque la ilusión es mi droga. Llamadme unicornio de colores del arcoiris si queréis, pero yo sé bien lo que es la oscuridad y no quiero vivir ahí. Dicho lo cual, podréis comenzar a entender (y, probablemente, a compartir) lo duro que es convivir con personajes que tienen una habilidad especial para sacarte de tu estado multicolor de una simple hostia. A mano abierta. O, peor, a boca abierta. Está la gente bajón, que te dice que todavía queda invierno o que ese experimento no te va a salir. La amiga bajón, que se pide un menta poleo cuando tú quieres salir de cubatas, o que se va a casa temprano porque está "muerta de sueño". Está mi madre, cuando me dice que no sea tan escandalosa cuando me río. Los compañeros de trabajo que no dan los buenos días, que no sonríen nunca por las mañanas. Quien te ve y lo primero que te dice es "qué mala cara tienes hoy" o los (malos) amigos que exigen siempre más de lo que dan. Podemos ir escalando puestos en el ranking hacia el capullo que no te contesta los mensajes o quien nunca tiene tiempo de contestarte un correo. El que te escribe un "te quiero" y luego lo borra o la típica amiga que lo primero que te dice cuando te ve venida arriba es "ten cuidado, no te emociones". Y desde ahí, que considero niveles bajos-medios de mierdismo, podemos ir escalando hacia el infinito. Porque la gente cabrona existe. Verdaderos hijos de puta, psicópatas, desprovistos de toda empatía, que no tienen nada mejor que hacer en la vida que sacarte a hostias del paraíso particular que tú has tenido a bien irte construyendo. A esa gente, auténtica gente de mierda, quiero dedicarle este grandísimo corte de mangas en forma de breve texto de un blog que sirve más de exorcismo de quien lo escribe que de cualquier otra cosa. 
Pa ti, cabrón, que no tienes ni puta idea de nada.

https://www.youtube.com/watch?v=pKA0sdPByN0